Jorge Pérez Ruz


























El potrillo salvaje



Había una vez un potrillo que era muy salvaje que lo habían encontrado en la carretera de la fruta.
Un día fui con mi abuelito a vender melones al mercado de Rancagua, como nosotros llevamos pocos melones, no íbamos tan cargados. Cuando íbamos a mitad de camino nos encontramos un potrillo abandonado, nos bajamos y le pusimos una frazada encima, lo tapamos muy bien y lo llevamos a la casa. Pasaron los días y le hicimos una pesebrera para que allí durmiera el potrillo.
Él era muy salvaje y no le gustaba que le hicieran cariño, lo que más le gustaba era correr y saltar. Un día fui a darle comida y vi que estaba muy triste porque se sentía muy solo, le faltaba amor de mamá. Ese día lo vi tan triste que me dieron ganas de llorar, fui hacia allá y me senté a su lado, le di leche en su mamadera y se durmió hasta el otro día.
Al día siguiente en la mañana desperté, lo fui a ver y no estaba. Yo estaba muy preocupado, no sabía qué hacer, llame a los carabineros. Como había domadura, llamé a mi abuelo y la respuesta que me dio fue que había llevado al potrillo para que lo amansaran. Ese día pasé el susto más grande de mi vida.
Fui hacia donde estaba mi abuelo y justo llegué cuando iban a domar al potrillo, salieron con él y no lo pudieron domar, pues se escapó y llegó al lado mío. Pasaron los días y al potrillo no lo pudieron domar, mi potrillo se domaba con amor.



Jorge Pérez Ruz

5° básico

Escuela Básica Amelia Lynch de Lyon




Chile








Cuento de la Antología Cuentos y Poemas de Pichidegua




Selección de Reinaldo E. Marchant y Verónica Klare




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